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ADICCIÓN Y GRACIA

por Daniel Reagan Barth

La relación entre la psicología y la religión es la explicación de lo que es nuestra espiritualidad.

El alcoholismo, que es una adicción, es una enfermedad de toda la persona. El cuerpo, la mente y el espíritu del adicto están enfermos. Teológica y bíblicamente, esta enfermedad del espíritu es el pecado.

Dios nos creó para tener una relación con él en amor. Jesús nos dice en Mateo 22:39-40, "'Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.' Este es el primero y más grande mandamiento. Y el segundo es semejante, 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo.'" Dios nos creó del amor para amar, pero nuestra naturaleza de pecado nos separa del amor. Es como dice Pablo en Romanos 7:19-20, "Porque no hago el bien que quiero sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi." En este pasaje Pablo describe la compulsión de la adicción psicológicamente. La adicción ocurre cuando la persona sustituye algo diferente por la necesidad del amor de Dios que cada uno de nosotros tiene. Por ejemplo, el alcohólico sustituye el alcohol por la necesidad espiritual que él tiene.

Las características primordiales de cualquier adicción son obsesión, compulsión, y negación. Obsesión es la preocupación mental centrada en la substancia, relación, conducta o evento que es el enfoque de la adicción en particular. Por ejemplo, el adicto al trabajo piensa obsesivamente sobre las cosas que él necesita cumplir, y sus sentimientos de culpa lo empujan a tratar de lograr más. La compulsión es la conducta o el comportamiento que actúa sobre la base de la obsesión mental. Las doce horas en la oficina del adicto al trabajo son la dimensión de la compulsión de su adicción. La obsesión y la compulsión vienen de una hambre viciosa que se convierte en una pérdida de control en todas las áreas de la vida del adicto. Pero el síntoma más evidente y más peligroso de la adicción es la negación.

Muchos cristianos viven en la trampa de negación también, pensando que el proceso de adicción no les toca. Dr. Gerald May, un psiquiatra cristiano que tiene mucha experiencia en el tratamiento de adicción dice que, "todos sufren de adicción... las dinámicas psicológicas, neurológicas y espirituales de plena adicción al alcohol o fármacos son responsables también de adicciones a ideas, trabajo, relaciones, poder, emociones, fantasías y un sin fin de otras cosas."[Gerald May, Addiction and Grace, pp. 3-4] El proceso de adicción ocurre cuando nosotros tratamos de sustituir algo por nuestra necesidad de Dios. Podemos utilizar una relación, una substancia, aún un sistema como la religión, como sustituto de nuestra necesidad espiritual. Por ejemplo, nosotros podemos practicar una religión compulsivamente, descuidando áreas importantes de nuestras vidas como la familia, en lugar de tener una relación personal y viva con Jesucristo. Muchos cristianos no viven una vida victoriosa porque se sienten esclavos de sus adicciones y compulsiones. Ellos se preguntan en privado "¿Dónde está la vida abundante que la Biblia promete?" Nosotros vivimos en vergüenza y culpa y no compartimos estos sentimientos con los hermanos porque la iglesia está reforzando nuestra negación. La honestidad acerca de nuestras vidas ingobernables no concuerda muy bien con nuestra máscara cristiana. Hemos tratado de vivir la vida cristiana con nuestras propias fuerzas y por eso nos sentimos derrotados. Los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos pueden proveer una salida.

Los Doce Pasos son el tratamiento para adicción más exitoso en el mundo. En este programa se encuentra un proceso basado en principios bíblicos, principios que la iglesia ha descuidado, olvidado o eliminado. Los Doce Pasos representan no únicamente un plan de dejar de beber, sino un plan de vivir renovado, con propósito y crecimiento en el Señor. Son el camino a una relación más profunda con Jesucristo y el camino para sanar la vida compulsiva. Ayudan de una manera que otros programas de discipulado no pudieron tocar. En mi vida como pastor, misionero y discípulo he visto en estos Pasos uno de los mejores planes de discipulado para cualquier persona porque cada ser humano comparte la enfermedad del pecado y los procesos de adicción. Vamos a examinar los principios bíblicos de los Pasos para entender cómo ellos pueden guiarnos a una recuperación cristiana.

Los Doce Pasos (Véase pp. e y f) son una opción ideal para la recuperación y el crecimiento espiritual. Pueden ayudarnos a superar los obstáculos que cada creyente enfrenta, los que le impiden reconocer y hacer la voluntad de Dios. En los primeros tres Pasos se puede ver el inicio de cualquier conversión y renovación espiritual. Reconocemos que nuestro Poder Superior es el Señor Jesucristo. En el Primer Paso el creyente reconoce su problema y que no lo puede manejar. Con el Paso Dos, la persona reconoce que Dios está presente y listo para ayudar. El Paso Tres es la decisión de entregar su vida al Señor.

Los Pasos Cuatro a Doce representan el camino a implementar la decisión de seguir a Cristo y aceptar su manera de vivir. Los Pasos Cuatro y Cinco son Pasos para ver el pecado en nuestra vida y darnos cuenta de la destrucción que provoca en ella. Este proceso, aunque es personal, es un proceso compartido y puede servir para romper la negación del pecado. La Biblia nos dice en I Juan 1:9-10, "Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso, y su palabra no está en nosotros." En los Pasos Seis y Siete, encontramos el proceso de aceptar el perdón de Dios. Es el proceso de ser libertados de culpa y andar perdonados. Estos Pasos son un acto de fe. Creyendo que Jesucristo ha pagado nuestro pecado y culpa, podemos vivir reconciliados con Dios. Los Pasos Ocho y Nueve representan la reconciliación entre personas. En estos Pasos aceptamos la responsabilidad del daño causado a otros por nuestros defectos o acciones. La Biblia dice en Mateo 5:23-24, "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda." El Paso Diez representa la continuación del proceso de discipulado iniciado en los primeros Pasos, "...estando persuadido de esto, que el comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo." (Filipenses 1:6). El Paso Once enfatiza que el tiempo devocional diario es indispensable para el crecimiento espiritual y que la comunión con Dios es nuestro propósito. El Paso Doce dice que el programa de discipulado sano se cumple cuando se multiplica en la vida de otros. El Duodécimo Paso es el Paso del evangelismo.

Podemos ver en los Pasos que la manera eficaz para ministrar a otros es la recuperación personal. Es necesario que identifiquemos nuestra adicción y trabajemos los Pasos de recuperación para que transmitamos la gracia del Señor a otros, que como nosotros y nuestros familiares, también sufren. Como mi amigo misionero dice, "La iglesia no es un museo para los santos, sino una clínica para los pecadores." (Marcos 2:17)